La llegada a Riglos fue espectacular, al llegar, en un mirador nos paramos a ver ésto:
El primer día Tito y Ángel se familiarizaban con la roca en vías cortas, La roca era extraña al menos para mí, grandes bolos, pero que parecían que se romperían en cuanto los pillaras:
El tercer día, Tito y los hermanos de la Iglesia se metieron en la visera, "la fiesta de los biceps" les duro unas 4 horitas.
Lo único a destacar es el superlargo del Tito, que se aburría con los largos de uno en uno y se metió el tercero y cuarto del tirón.
La celebración fué cojonuda como siempre, el Tito nos deleitó con su mejor interpretación de "a la porrua la pica el boquerón".
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